Año de producción: 2012.
Director: Tom Hooper
Guion: William Nicholson, a partir
del musical Los miserables, de Claude-Michel
Schönberg y Alain Boublil y letras de Herbert Kretzmer, inspirado en la novela Los miserables, de Victor Hugo.
Intérpretes: Hugh Jackman (Jean Valjean), Russell Crowe (Javert), Anne Hathaway (Fantine), Amanda Seyfried (Cosette), Eddie Redmayne (Marius), Samantha Barks (Éponine), Daniel Huttlestone (Gavroche), Sacha Baron Cohen (Thénardier), Helena Bonham Carter (Madame Thénardier), Aaron Tveit (Enjolras).
Un nuevo día
(Para
monsieur Saint Second, siempre contracorriente)
Todo en el mundo se puede reducir a la oposición de contrarios: Real
Madrid y Barcelona, tigres y leones, los Beatles y los Stones, Góngora y
Quevedo... Así, hay personas amantes de los musicales y otras a las que no les
gustan. Pero en este caso cabría señalar una tercera categoría, la de las
personas que critican los musicales (todos) despiadadamente con una actitud
condescendiente hacia un género al que contemplan desde su atalaya como el que
observa una malformación grotesca, un híbrido intolerable, apolillado, anclado
en el pasado y alejado de toda modernidad; la de las personas incapaces de ir
al cine con los ojos y los oídos de un niño para emocionarse y tener ganas de
lanzarse a las barricadas al son del tambor si se tercia.
Tom Hooper ha optado por una adaptación cinematográfica del musical Los miserables íntegramente cantada, sin
acción dialogada. Las canciones se suceden unas a otras, adoptando la música y
la letra como el lenguaje natural de los personajes. Los actores cantan siempre
en vivo, lo que contribuye a esa sensación de naturalidad. A ello se suma que
muchos de ellos no son cantantes profesionales; Russell Crowe no llega a
algunas notas, pero aporta frescura y verdad a su difícil personaje de Javert.
El retrato del ambiente de miseria en el París del siglo XIX es
especialmente duro, algo que está muy presente en la novela de Victor Hugo. La
crudeza y la tragedia también se plasman en las canciones, que,
paradójicamente, las suavizan y las intensifican a la vez. Resulta imposible
contener el llanto en la canción desesperada y desengañada de Fantine (Anne
Hathaway) y no emocionarse en la preciosa escena en que Javert le pone su
medalla de honor al niño Gavroche.
La espectacularidad de la puesta en escena es innegable, pero el
director, Tom Hooper, abusa del primerísimo plano, a veces deformante, y de los
grandes movimientos de cámara, muchos con grúa, repetidos en la mayoría de las
escenas. También hay un excesivo protagonismo del mesonero y su mujer, el
contrapunto cómico de la trágica historia narrada. Sacha Baron Cohen y Helena
Bonham Carter son buenos actores, pero sus intervenciones parecen alargadas e
introducen un tono de farsa desmesurado.
Entre los intérpretes, destaca por encima de todos Anne Hathaway, que
transmite una intensidad y una vulnerabilidad sencillamente perfectas. El
sensacional Daniel Huttlestone (Gavroche) deja su huella pícara y valiente, y
Samantha Barks (Éponine), Amanda Seyfried (Cosette) y Eddie Redmayne (Marius)
se agarran a sus personajes con todas sus fuerzas. Con la música épica sonando
fuerte, dan ganas de ir a las barricadas y se alumbra la esperanza de un nuevo
día sin aguafiestas que masacren los musicales incluso sin haberlos visto ni
escuchado.
Itziar Ibáñez
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