El taller de escritura (L´atelier)
Dirección: Laurent Cantet
(Francia, 2017)
Dirección: Laurent Cantet
(Francia, 2017)
El
campo de batalla
Un
guerrero solitario blande su espada contra nadie, vale decir contra cualquier
posible ser, en un paisaje majestuoso e irreal. Esta pantalla de videojuego nos
presenta al alter ego de Antoine, el muchacho sobre el que girará la película.
A la vez, nos sitúa en el primer campo de batalla, aquél en donde se batirá
contra sí mismo y contra el entorno en una lid que ha de marcar su destino
incierto.
2017,
Francia, Provenza, localidad de La Ciotat, ciudad portuaria en un tiempo no
lejano famosa por sus astilleros ahora desmantelados que fueron testigo de una
tenaz lucha obrera con resultados agridulces pero que, en cualquier caso, logró
mantener la dignidad de sus moradores. Ciudad multicultural donde avanza
peligrosamente la extrema derecha. Éste es el segundo campo de batalla.
El
tercero es menos obvio, aunque constituye el hilo conductor explícito de la
película: el taller de escritura que una profesora venida de París dirige a
chicos y chicas de procedencia argelina, subsahariana, alguna sin determinar y,
también, francesa como la de Antoine. Porque la literatura, el arte en general,
es un inmenso campo de batalla con muchos frentes. La batalla esencial es la de
arte versus vida, y los frentes que
tiene abiertos son variados: arte y moral, arte y realidad, arte y sujeto
creador, entre otros. Todos ellos surgen desde las primeras sesiones del taller
y van a articular el discurso que entrelazan los tres frentes.
Las
propuestas que van desgranando los miembros del grupo ante el reto planteado
por la profesora de escribir una novela colectiva comienzan a perfilar una
Ciotat donde pasado y presente interactúan: está la lucha pretérita, está el
testimonio de una inmigración asentada e identificada con el país de acogida,
pero también está el pulso tenso entre las diferentes tradiciones culturales, y
está la sombra del terrorismo islámico contaminando la relación entre ellos.
Antoine es el más reacio a participar en el taller, tiene los ojos puestos en
alistarse en el ejército. Pero, al contrario que los demás, su curiosidad le
hace leer una novela de la profesora.
El
coqueteo de Antoine y su otro grupo de amigos con la extrema derecha los lleva
a la fascinación irracional por las armas como válvula de escape para la
precariedad e incertidumbre de sus vidas. Antoine se muestra ofensivo con los
compañeros y compañeras del taller procedentes de otras culturas, lo que
provoca el rechazo lógico de éstos, pero, a la vez, habiendo leído la obra de
la profesora, tiene la lucidez de enfrentar a ésta con su proceso creativo en
el sentido de hacerle ver la impostura en la creación de personajes y
situaciones que no son asumidos con sinceridad, que son artificiosos. El inadaptado
y rechazado Antoine da una lección de estética a la parisina que ésta acaba por
reconocer ante su editor.
Obviando
el aspecto estrictamente literario, la profesora decide atacar de frente.
Escudriña las redes sociales y tiende una entrevista-trampa a Antoine para
hacerle confesar su inclinación hacia la extrema derecha. Declarada la guerra,
una noche Antoine “secuestra” a punta de pistola a la profesora y la lleva a
los acantilados desnudos donde suele pasar varias horas al día solo, como el
guerrero que nos muestra la primera secuencia de la película. Pero el escenario
es diferente, es nocturno, arriba a la izquierda acierta a verse la osa menor
con su estrella polar apuntando al norte, cuál, quizá el que necesita Antoine
para hallar sentido a su vida, quizá el que necesita la profesora para
conciliar literatura y realidad. Antoine dispara repetidas veces a la luna y
arroja la pistola al agua.
A
la mañana siguiente Antoine se presenta en el taller y lee su redacción que es,
a la vez, su despedida del grupo y ajuste de cuentas con la profesora de París.
Ha encontrado en ella un enemigo digno, alguien con quien puede medirse de
igual a igual y que le posibilita decisiones autónomas. No se va a alistar en
el ejército, va a recorrer mundo atravesando mares distintos. Así, el título
original de la película, L’atelier,
cobra todo su sentido: no ha sido sólo un taller literario, ha sido un taller
de vida.
Luis
Robledo
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